"Un día me empezó a
surgir la idea de que, de alguna forma, ensayar y escribir podían ser parte del
mismo proceso. Como tuve formación actoral, tenía cierta fascinación por las
cosas que podían lograr los actores. Cuando me salí de estudiar actuación
entré a estudiar arte, y un día mientras estaba dibujando me di cuenta
de que estábamos mirando la vida, y que los actores no hacían eso, sino que
sólo seguían órdenes. No era real. Se me ocurrió que los actores podían ser
artistas creadores. A mediados de los años 60, surgió este método, que es
más bien una exploración. Es trabajar con cada actor su personaje, juntarlos, y
dejar que una historia se desarrolle".
Esto es lo que respondía el
cineasta británico Mike Leigh el pasado mes de marzo en el Festival Internacional de Guadalajara (México) cuando una periodista le preguntaba por
su "complejo y único método de dirección". Y es que Leigh ha creado
un estilo basado en la improvisación, en la inexistencia de guión previo y en
unas directrices rígidas. El cineasta lleva desde los años 60 creando guiones
mientras filma, improvisándolos, y dejando que los propios intérpretes creen a
los personajes según la historia lo vaya necesitando.
La improvisación no es algo
común en el cine. De hecho, si existe suele ser para dotar de realidad a escenas
de ficción y, por así decirlo, de darle mayor credibilidad a una historia. Pero
Mike Leigh ha ido mucho más allá y ha convertido la improvisación en el clave
de todos sus trabajos cinematográficos. Una improvisación enmarcada en
historias de la realidad cotidiana.
Jorge Coira no es británico y
tampoco ha sido homenajeado en la última edición del Festival Internacional de
Cine de Guadalajara. Es gallego y se ha llevado en 2010 el premio del público
del Festival Internacinal de Cine de Ourense por su película “18 Comidas”. ¿Qué
relación existe entre ambos cineastas? El “método Leigh”: la improvisación.
"18 comidas" es una película que
intenta romper con el cine tradicional, con la técnica que la mayoría de los
directores utilizan para crear sus trabajos. El director gallego quería
experimentar con nuevas formas de rodar y de contar historias. Quería ir más
allá y para ello se ha impregnado del cine de Leigh y, sobre todo, de su famoso
método. "18 comidas" es una historia que fueron escribiendo los intérpretes a la
vez que iban corriendo los segundos del rodaje. No había posibilidad de fallar,
porque no había guión. La historia no estaba escrita, sino que se estaba
escribiendo y, por tanto, se trataba de una película de la ni el director
conocía el final. Y es que lo único que existía para la grabación era una
escaleta con algunos conflictos y cada actor sabía quién era su personaje, en
qué momento se encontraba y cuál era su objetivo. Todo lo demás fue
improvisación y el nexo de las historias reside en la comida.
"No teníamos marcas, podíamos salir de escena
cuando queríamos y hasta el móvil sonaba, normalmente con alguna orientación de
Coira por SMS", explicó una de las actrices.
Jorge Coira creó una película de seis historias
cruzadas que tienen lugar en tan solo un día de ficción y con el hilo conductor de 18 comidas, entre desayunos, comidas y cenas. Son
seis historias en las que los personajes buscan, ante todo, la felicidad en la ciudad de
Santiago de Compostela. Sin apenas efectos especiales, 18 comidas se convierte
además en una película en la que se refleja la cultura gallega, su idioma y sus
costumbres.
Por todo esto, el trabajo de Jorge Coira radica en el hecho de que es un paso adelante en el cine español y,
sobre todo, gallego, ya que demuestra que los jóvenes cineastas se atreven a
innovar y así a romper con todas las reglas que caracterizan la mayoría de
películas que triunfan en todas las taquillas del mundo. "18 comidas" no habrá sido un éxito en lo que se refiere a espectadores, pero si ha sido un éxito en cuanto a la crítica recibida. Y es que con este tipo de trabajos se consigue que mucha gente crea en el cine español, un cine sobre el que existen demasiados prejuicios.
María Quintiana Pérez
Periodismo
L'autor ha eliminat aquest comentari.
ResponEliminaLa verdad es que no conocía personalmente este tipo de cine. Estamos acostumbrados a ver películas calculadas al milímetro y con decenas de repeticiones en sus escenas. Sin embargo esta ruptura con 'lo tradicional' resulta de lo más interesante; al final es lo que pasa en cualquier mercado: aquello que se salga de la norma e innove puede ser aceptado o criticado por el público pero sin duda estas 'novedades' son las que van guiando el nuevo cine y sorprenden a los espectadores. Muy interesante.
ResponEliminaJanire Martínez
Me parece una buena manera de salirse de lo normal, la verdad es que la improvisación en el cine es algo que nunca había visto, ni sabía que se había hecho. Siempre hay que buscar cosas nuevas que hacer, nunca está todo creado, y creo que la mejor manera de hacerlo es experimentando. Me parece muy interesante lo que proponen estos directores y tengo muchas ganas de ver los resultados.
ResponEliminaLucía Nogueira García
Sí que es cierto que la dirección cinematográfica se caracteriza por un excesivo control sobre el producto final. Pero es lógico. Detrás del rodaje de una película hay muchísimos intereses. Hay una inversión económica que muchas veces roza lo impensable. Es por esa razón por lo que creo que tomarse el "capricho" de improvisar y, por tanto, permitir improvisar a aquellas personas involucradas, es un derecho exclusivo de aquellas producciones menos costosas. Es decir, prácticamente sólo el cine independiente puede gozar de los beneficios que aporta lo espontáneo.
ResponEliminaPor cierto, ni conocía a Mike Leigh ni la película gallega de la que hablas. Gracias por recomendarlas indirectamente.
Pablo Carlosena Palau